A media mañana encaro el desayuno en un bar que exhuma Málaga. Las mesas –pequeñas, rojas y de publicidad– se disponen, como en París, de cara a la galería. Con una salvedad, aquí nadie busca que le miren, quizá contemplar el pequeño trasiego de una de esas calles céntricas pero no lo suficiente como para …



