Aún nos queda salud

Ayer me despertaron los niños de San Ildefonso con su archiconocido «mil eurooooos». Me despertó la ilusión de muchas personas y la desilusión de muchas otras. Aunque, para ser sincero, prefería mi despertador rutinario. Yo, que suelo ser de sueño profundo, me he levantado con esas voces agudas. Morfeo se ha largado en el momento que han empezado a rodar las bolas de madera en el bombo. Ay. Debo ser de los pocos españoles que no compran ilusión a precio de entrada de teatro. Hace poco leí una entrevista a un matemático que analizaba las posibilidades de ser agraciado en la lotería. Que te toque el Gordo es casi imposible. Aún así seguía jugando. La ilusión es de las pocas cosas que se le siguen escapando a la razón. Es simplemente inexplicable.

Tan inexplicable como algunos de los disfraces de los asistentes al sorteo. Algunos rozan el ridículo, otros te sacan una sonrisa y los que menos te son indiferentes. Soy de esas personas a las que no le importa ir con un disfraz gracioso, incluso ridículo, si la fecha o la etiqueta de la fiesta lo requiere, pero también soy de los que mantiene la compostura cuando debe. Del día de la lotería hay una cosa que me pregunto año tras año mientras veo el sorteo: las camisetas y carteles de calidad de los premiados al poco tiempo de darse el premio. Hoy he visto un cartel en forma de flecha a las dos horas del sorteo que festejaba el premio. No he preguntado a ningún reprógrafo, pero dudo de su capacidad de terminar tan rápido un cartel de esa magnitud y calidad. Llamadme incrédulo si queréis. Entiendo que los carteles de papel son fáciles de conseguir, muy fáciles de conseguir diría yo. También entiendo que las camisetas se pueden conseguir a su vez con cierta velocidad, incluso un sábado, pero los carteles me hacen dudar demasiado. No creo que todas las administraciones tengan un cartel preparado. Eso sólo tendría una explicación: la ilusión. Es, si cabe, lo más racional, porque es lo único que escapa a la razón.

Enhorabuena a los que les haya tocado. Y a los que no espero que aún les quede salud y trabajo. Aunque no sean tiempos fáciles

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