La conjura de los idiotas

El huracán Irma ha destapado a una plaga de idiotas en Estados Unidos. La llamada tierra de las oportunidades se ha contemplado algunas estupideces incompatibles con llamarnos la especie más inteligente que mora la Tierra. Una de las estrellas más prometedoras del surf falleció cogiendo una ola entre los vientos huracanados después de asegurar que había cogido “la mejor ola de mi vida”. Al menos las demás especies priman su instinto de supervivencia sobre las demás cosas. Otro grupo de ciudadanos pensaban congregarse en la playa para recibir al huracán a balazos y así pararlo. La policía tuvo que advertirles de su idiotez y evitar el acto. No me sorprenden que estas noticias lleguen de un país gobernado por Donald Trump, pero esa es otra columna.

Es cierto que en España tampoco ganamos para idiotas y que algunos pululan por el Parlamento. Y parece que a algunos no les importa demostrarlo a la mínima oportunidad que tienen. En esas vimos a Rufían mostrando una impresora para alentar a los catalanes a imprimir sus propias papeletas. Me parece raro que haga publicidad a ciertas marcas de impresoras cuando podía haber propuesto imprimirlas en copisterías catalanas y así generar riqueza. Todo se queda en casa podría haber pensado. Idiota es también Rajoy obviando la posibilidad de un dialogo político abierto que pueda solucionar el problema y evitar que explote el 1-O. Tan idiota como el edil canario del PSOE que se equivocó de grupo de Whatsapp cuando quería fardar de acostarse con mujeres que enchufaba en el ayuntamiento. No sé si incluir también a Junqueras en este grupo de idiotas tras su último mitin. No sé si es tan idiota como para entender a Juncker diciendo que Cataluña no formaría parte de la UE en caso de independencia o pensar que era buena idea mentirle a un público que posiblemente descubra su engaño en los medios.

A lo mejor los idiotas somos todos nosotros, los españoles vemos la televisión cuatro horas al día de media. Teniendo en cuenta la deficiente calidad de la televisión española ese dato es más significativo que cualquier dato educativo. En los más jóvenes el consumo desciende, cambiamos la caja tonta por una pantalla más pequeña que tenemos pegada a la mano. Y no podría decir que mejore el dato anterior. Lo único que me queda claro es que si concediesen un premio al más idiota del año sería imposible elegir un solo ganador.

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