No es raro que durante el franquismo los censores se caracterizasen por no ser demasiado avispados. En los mentideros no era raro escuchar que los elegían entre los más tontos, de hecho. Los escritores en prensa vivían en el alambre de la sutileza y del más tibio engaño que se completaba con el sonido del motorcillo aparcando bajo la redacción. Suena todo esto a tiempos lejanos y el oído acostumbrado es incapaz de escuchar, mas susurros llegan frescos y recuerdan sospechosamente a aquello de lo que tanto nos queremos alejar. Desde lo más alto de la rosa se apunta a los medios y la caza de brujas que es el buen periodismo que tan olvidado parecíamos tener. Unos estándares bálticos a los que no estamos acostumbrados y una cúpula con cierto miedo a desaparecer hacen que el ronroneo se haga más fuerte. Se escudan en fake news y en la falta de credibilidad que la sociedad profesa al periodismo, siendo los medios públicos los que están en el ojo del huracán. La izquierda debe estar recortando libertades para quedarse con más trozo de sillón.
Ya viene sonando desde la izquierda más rancia, circular y con mejor marketing; que en las pasadas elecciones ya llevaban aquello de socializar los medios en el programa. Y sis seguimos con Maduro y Zapatero nos sobran dos puntos para los seis por los que dicen que se conectan dos personas cualesquiera en el mundo. No habría que hacer mucho esfuerzo para meter a Trump y a Putin en ese mismo saco y aún tener espacio para que la cocina del CIS te prepare una buena estimación de voto. Aquello que llamaban nueva política empieza a oler a podrido y quieren quitar la lámpara del mercado para que nadie pueda ver cómo corren las cucarachas.
Cada vez dudo menos de que los políticos sean un reflejo de la sociedad, podrían preguntarle a Aleixandre y su verso: La memoria del hombre está en sus besos tachado de “machirulo” por alguien que creerá abanderar el movimiento feminista. Sufriría Aleixandre sangre y sudor para colocar ese “hombre” en un verso y no “ella” como solía acostumbrar, dicen los entendidos que en un intento de esconder su homosexualidad. Mientras, sigamos censurando a los más grandes intelectuales que hemos disfrutado. Nos va a hacer falta mucho tiempo a la sombra para pedir algo de luz.