Hoy en Málaga jarrea. Nada menos que alerta roja cayendo al Mediterráneo sin arrepentimiento alguno. El otoño ha llegado dando una patada a la puerta del salón cual okupa en una vivienda deshabitada. Las fuertes lluvias siempre nos recuerdan el deficiente estado de nuestro alcantarillado, que olvidamos al momento en que el cielo vuelve a ser azul. Aunque ese no es el único problema que tiene Málaga, los vecinos del centro se quejan del ruido y el alcalde ya le ha encontrado solución. Les ruego que lean la columna un par de tonos más bajo, casi susurrando, que nos lo pide el señor De la Torre, no vaya a ser que nos escuche.

No es la primera solución creativa del señor alcalde, el lector recordará con cariño las duchas de 15 minutos que propuso como solución a la sequía en la provincia. Es raro que aún no haya encontrado la solución a la gentrificación del centro, a las terrazas que desplazan a los viandantes de las aceras o cómo ahorrarnos las molestas obras del metro. Pensándolo bien no creo que nos costase mucho deducir que nos pediría no pasar por el centro para que no nos moleste la obra. Si nadie ve ni escucha el árbol caer, ¿cómo sabemos que se ha caído?

Y, hablando de árboles, ya tenemos fecha para el encendido de las luces de Navidad. Competiremos con Vigo y su alcalde. No es poca cosa, Abel Caballero no hace mucho que lanzaba el guante a los alcaldes de Nueva York, Londres, París o Tokio asegurando que las gallegas serían las mejores del mundo. No se imaginaría nunca que su mayor competidor estaría dentro de las fronteras nacionales. No ganamos para alcaldes en España y Susana Díaz convoca elecciones a la Junta. Los expertos dicen que las adelanta por la necesidad de gobernabilidad, Cataluña está rompiendo todos los esquemas de los partidos y Torra lo sabe.

Pero shh, no lo digáis muy alto, vaya que al alcalde le moleste