“Me critican todo. Voy a seguir leyendo el MARCA porque estamos en un país libre”, aseguraba Rajoy tras confesar haber disfrutado con la victoria de España gol de Piqué mediante. De lo que no estoy tan seguro es de si debería seguir leyéndolo en Moncloa. Todos sabemos que no hay nada más español que leer el MARCA, también que don Mariano es muy español y mucho español, pero eso no quiere decir que un gobernante pueda pasear, y con la cabeza bien alta, mientras sólo lleve bajo el brazo un diario deportivo. Ni siquiera un gratuito adorna su sisa, aunque eso también puede deberse a que aún no lo repartan en los coches oficiales, porque eso del metro es para los muy españoles, pero no para él.
Parece que Rivera también está de acuerdo en que no debería volver a habitar Moncloa. Ayer afirmó por primera vez que si Rajoy fuese el candidato a la presidencia después del 26-J no pactará con el PP. Las botellas de champán descorchadas en el despacho de Sáenz de Santamaría no sabemos con qué caja se pagaron, si con la A o con la B, pero seguro que salieron de nuestro bolsillo. Naranjito ha dado el primer paso para abrir la puerta al jardinero que viene a cuidar las rosas. Pese a que el propio jardinero le esté echando más veneno que abono. Últimamente ‘Súper Sanchez’ no se lleva bien con las plantas, algunos incluso dirían que se anda por las ramas.
Mientras tanto, por raro que parezca, el único que permanece callado es el de la coleta, sí Pedro, el que votó en contra de un gobierno de cambio. Ellos se lo han devuelto con un sketch montando muebles al más puro estilo IKEA, ¡si al final van a tener más en común que la camisa blanca! Es que a los muy españoles mucho españoles nos gusta demasiado parodiar campañas. Por parte del PSOE mal jugado, que se siga recordando el catálogo de propuestas de Podemos —que según el CIS ha completado el sorpasso— sólo consigue mantenerlos en la agenda.
Pase lo que pase, parece seguro que el poseedor del trono de Moncloa va a cambiar, no sabemos si tras el 26-J o previo paso por terceras urnas, mientras nuestros representantes siguen jugando a no acordar. Muchas tardes y buenas gracias, que diría un ilustre gallego.