Málaga es la ciudad de las mil tabernas y una sola librería. La ciudad de la luz que le brinda el Mediterráneo. Málaga es la ciudad del sol y del espeto en la orilla de la playa. Pero cuando el sol se esconde y deja que la luna muestre su encanto es una ciudad distinta. El tenue alumbrado de sus farolas le da ese aire enigmático y acogedor de las ciudades con historia. Ciudad de librepensadores y paseos solitarios por una calle Larios cada vez más cercana al cielo. Ciudad donde deambular de bar en bar buscando un norte que te lleve al sur de tus sentidos. 

Las noches de Málaga tienen un ritmo cabaretero y aroma a humo mentolado. Saben a ginebra premium con nombre de marqués y al Dry Martini de poetas y bohemios. Y a tequila, limón y sal saben los amores de turistas que naufragan en las costas malacitanas. Y de amores que naufragan están llenas las barras de los bares con apesadumbrados boquerones que intentan ahogar recuerdos en mares de ron, cual pirata caribeño. La Málaga nocturna suena a susurros al oído bajo portales decimonónicos. Málaga es el tacto frío del vaso que distorsiona el resto de tus sentidos en busca de una bacanal de experiencias que nunca contar. 

Málaga es rockera y revolucionaria o folclórica y flamenca. Málaga tiene un aire moruno y salas griegas con nombre dorado. Málaga tiene una plaza que homenajea a los que se sublevaron contra los tiranos donde se celebra cada día el arte de estar vivo y de vivir sobre sus calles. Málaga es el sueño nocturno de erasmus incomprendidos y el vuelo de la falda de andaluzas festivas. Málaga tiene sueños húmedos bañados en Pedregalejo y noches en vela en la Alcazaba. La Málaga de los incomprendidos se levanta cada medianoche para acogernos en su seno de ebriedad y desenfreno. Málaga ciudad romántica de iluminada Alameda y lúgubres salones de baile.                        

Málaga son los versos sueltos de algún poeta nostálgico que se levanta cada mañana con el vuelo resacoso de las gaviotas sobre el puerto que da vida a la ciudad